domingo, 6 de marzo de 2016

¿POR QUÉ NO TENEMOS PRESIDENTE?


¿Por qué no se entienden nuestros políticos?
¿Porque, no es posible hacer cestos con éstas mimbres, o porque sobran intereses particulares que no aportan las mimbres para hacer los cestos?
¿Porque hay unos honrados y justos políticos, que buscan el bien para el pueblo al que sirven y pertenecen, y, hay unos cuantos que solamente buscan sus propios intereses, mientras los demás se parten la espalda currando para hallar la solución al problema que tiene planteado nuestro país, como consecuencia de las pasadas elecciones generales; o, porque hay otros intereses que meten  palos en las ruedas para que no siga el carro con la carga que lleva encima para dinamitar el entendimiento?
No es cierto que nuestros políticos no sean capaces de entenderse ni de ponerse de acuerdo para la investidura del nuevo Presidente de Gobierno para el país; no, los políticos sí se entienden cuando les conviene entenderse. Ahora no les interesa, porque no les conviene hacerlo porque están en juego ocultos espurios intereses partidistas y personales que les impiden ceder la parte que a cada uno le corresponde en toda negociación para cumplir con el mandato de las urnas, que no es otra cosa que la voluntad del pueblo soberano que ha decidido darle vacaciones al bipartidismo rancio y optar por otros derroteros que nos conduzcan al final deseado; pero como quiera que el hombre es un animal de costumbres fijas; éstos, “nuestros políticos de pacotilla” acostumbrados a la poltrona y a repartirse el poder (esto para ti, esto para mí) poniéndose de acuerdo por teléfono previa intervención en el  Congreso, se han encontrado conque el resultado electoral que se dio el pueblo a sí mismo, no coincidente con lo que ellos habían convertido en tradición, les salió el tiro por la culata y les cogió con el paso cambiado, ocurriéndole lo mismo que al recluta que no cambia el paso ni a la de tres.
Así son nuestros políticos: animales de costumbres fijas que, políticamente hablando, no ven más allá de sus narices ni le importa el perjuicio que le causan al pueblo con su comportamiento infantil, por no ser capaces de ponerse de acuerdo en cómo obedecer el mandato recibido en la última convocatoria electora, e intentar forzar una nuevas elecciones generales obligando al pueblo a un gasto innecesario en un momento de crisis, solamente por tratar de imponer cada cual su propio criterio y al ciudadano que le parta un rayo. ¡Así da gusto!
Vaya cuadrilla (nunca mejor dicho) de baldarras y desconsiderados que estamos manteniendo los españoles, para que, a la hora de la verdad, en vez de dar el do de pecho, se dediquen a imitar el avestruz y a criticar al contrincante, convirtiéndolo en enemigo.
El deplorable ejemplo que estamos dando como país, gracias a nuestros representantes, no es algo que el pueblo se merece ni los ciudadanos queramos dar; la triste realidad, es la consecuencia que se deriva del comportamiento de estos inútiles, que no son más que unos auténticos ineptos, incompetentes, ignorantes e irresponsables como políticos, que no merecen la consideración ni el respeto que el pueblo les otorga, y ahora, se extrañan de que los ciudadanos normales perdamos la fe en ellos y votemos otras opciones que permitan modificar su deplorable comportamiento del pasado ,que daña la imagen y la confianza en ellos depositada por las gentes sencillas que los eligieron voluntariamente y han llegado al sumun del hartazgo, que no es más que el fiel resultado de la decepción y hastío que el pueblo, harto de tanta mentira y desmadrada corrupción, ha decidido intentar cambiar la situación, dándole nueva forma con emergentes personajes, que, tanto por la izquierda como por la derecha, ofrecen otras posibilidades para efectuar los cambios que el país necesita para salir del atolladero, al mismo tiempo que envía al ostracismo de vacaciones a sus viejas glorias, aportando sabia nueva de cara a la primavera, para intentar una regeneración política, tan necesaria para la normalización que el país precisa con urgencia y les exige a los tradicionales partidos, cuyo inmovilismo nos ha arrastrado a la situación actual en la que nos encontramos, porque, al no tener posibilidad de ganar por mayoría un solo partido  y poder formar Gobierno al estilo tradicional y ser tan ineptos, que no son capaces de dialogar para llegar a cuantos acuerdos sean necesarios, que, sólo se logran mediante la palabra, se dedican a criticarse e insultarse unos a otros mientras chalanean y vociferan en el Congreso, cual vendedores de mercadillo, dando una lastimosa idea del comportamiento que nos están ofreciendo mientras se retratan en blanco y negro.
¡Lástima de sueldo que les estamos pagando por imitar al asno...!
Y, no es que piense que en su mayoría son unos burros, que lo son, sino que, el pueblo les paga para que cumplan el encargo que les ha encomendado, no para que se insulten y nos digan que Fulano es corrupto e irresponsable y Citano un ladrón y un embustero, eso ya lo sabemos; lo que queremos es que nos digan que van a hacer lo que el pueblo en las urnas le pidió que hicieran: gobernar civilizadamente, y no mantenerse y persistir en una inactividad gubernativa, permaneciendo con un Gobierno en funciones, que ni  funciona ni gobierna.
¿Para eso les hemos elegido los españoles?
¿Es eso, lo que merecemos los ciudadanos que depositamos en ellos la confianza?
A veces, cuando les veo y escucho, pienso si éstos caraduras metidos a políticos creerán que los ciudadanos somos tontos, que no nos enteramos de nada, que estamos en la Inopia, y la ignorancia nos ciega la visión, haciéndonos permanecer en un estado de letargo mental que nos impide pensar y nos asemeja a ellos en cuanto a ineptitud. Se equivocan, porque somos seres pensantes que tenemos muy claro lo que somos, lo que queremos y lo que pedimos que se hiciera y no han hecho; otra cosa muy distinta, es que, porque callemos otorguemos, que no es el caso ni estoy de acuerdo con ello; a veces callamos, sí, porque tenemos lo que a ellos les tener: comprensión, tolerancia y respeto, algo de lo que ellos carecen y ha hecho que nos alejemos de su comportamiento y estemos hasta la coronilla de aguantar tanto chupón y vividor por cuenta ajena.
Es posible que algún lector piense que es demasiado dura la critica que hago de la situación derivada del desacuerdo político que estamos viviendo en España; pero la realidad es que, si nos miramos el espejo de la realidad, es lo que se refleja en él: ineptitud política e intereses partidistas y personales. Puro egoísmo y un Ego desmedido.
¿Por qué será?


viernes, 8 de noviembre de 2013

LAS GLORIETAS

CIRCULANDO POR LAS GLORIETAS


Retomando el tema de la circulación vial que lo había dejado un tanto abandonado, seguidamente planteo el paso por las glorietas -o rotondas-, que, no siempre es bien interpretado por la mayoría de los usuarios del automóvil.

El uso de la vía pública como conductor de un vehículo, supone que en determinadas situaciones en las que, siguiendo la trayectoria rectilínea, puedan encontrarse los derechos de varios usuarios, como es el caso de la llegada simultanea a las intersecciones o cruces, es necesario establecer un orden de paso para evitar el choque, aplicando una norma especial que, en detrimento de la norma general, determine la prioridad de paso de los distintos vehículos por una intersección que tenga unas características concretas; (toda vez que, se entiende por cruce o intersección, el encuentro a la misma altura –al mismo nivel- de dos vías de iguales o parecidas características).
Esto se logra mediante la correspondiente señalización vial que, al prevalecer sobre las normas generales ordena el paso en un lugar concreto como es el caso que nos ocupa: las intersecciones en general; pero a veces la realidad es otra, dada la heterogeneidad  de los distintos conductores y sus diferentes comportamientos, como consecuencia de las discrepancias existentes entre estos, además de las características tan variadas de los vehículos que utilizan la vía simultáneamente cuando sus trayectorias se cruzan al mismo nivel; lo que dio paso en los años sesenta del pasado siglo a la idea del ingeniero Frank Balckmore, (anteriormente también hubo algunos experimentos al respecto) de ordenar la circulación en los cruces mediante las conocidas glorietas o rotondas, en las que las trayectorias de los vehículos no se cruzan, sino que convergen o divergen y están provistas de entradas abocinadas para permitir la entrada múltiple de vehículos; por lo que el número de puntos de conflicto se reduce respecto a otros tipos de nudo en los que se realizan al mismo nivel y generalmente en ángulo recto.
Las glorietas, que son desgraciadamente todavía para muchos conductores “esas grades desconocidas”, afortunadamente consiguen ordenar la circulación de forma más fluida y segura que si fueran cruces normales, las tradicionales intersecciones en las que como norma general gozan de preferencia de paso los vehículos que se aproximan por la derecha, excepto cuando se trate de cruces con prioridad regulada por señales.
La glorieta es un nudo vial que a más de uno se le atraganta, no sé si por desconocimiento de la norma o por otros motivos -que no es el caso comentar-, la cosa es que ponen en peligro su propia seguridad y la del resto de usuarios que no tienen culpa de nada; y, a pesar de las explicaciones recibidas en la autoescuela y posteriormente en los medios de comunicación, siguen quedándoles grades.
En la glorietas, los vehículos que se hallen dentro de la vía circular tendrán preferencia de paso sobre los que pretendan acceder a ella, pero, solamente los que ya están dentro del anillo en circulación rotatoria, no los que pretendan incorporarse por la izquierda después  de los que le están cediendo el paso a los de dentro y proceden a incorporarse desde la derecha; que, esto es algo que no parece entenderlo –o no quieren- la mayoría de usuarios conductores, a juzgar por el comportamiento que se observa constantemente en el paso cotidiano por las rotondas o glorietas, como se prefiera llamar; pues la mayoría siguen entrando y saliendo sin tener en consideración que los únicos que tienen la preferencia son -como ya se ha dicho- los que ya están dentro, no los que van a entrar; estos, deberán respetar la norma de prioridad a la derecha; o sea, si dos vehículos llegan simultáneamente a la glorieta, tiene preferencia de paso el que se acerca por la derecha si ninguno ha entrado y, si hay alguno a su derecha esperando para entrar, cediendo el paso al que está dentro, los que van llegando por la izquierda deben
esperar, aunque esto no lo haga nadie. No sé si me explico con suficiente claridad como para ser entendido; pero si queda alguna duda, espero y confío en que el dudoso, solicite la aclaración que precise y será debidamente atendida su petición.
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Vayamos por partes:
¿Qué es una glorieta?
La glorieta es una intersección, o sea, un cruce de vías a la misma altura con unas características especiales que la diferencian del resto de cruces normales.
Se entiende por glorieta un tipo especial de intersección caracterizada porque los tramos que en él confluyen se comunican a través de un anillo en el que se establece una circulación rotatoria alrededor de una isleta central. No son glorietas propiamente dichas las denominadas glorietas abiertas en las que dos tramos, generalmente opuestos, se cortan directamente a través de la isleta central, por lo que el tráfico pasa de uno a otro lado y no la rodea.
Así pues, la glorieta es una plaza de circulación giratoria con un macizo central (ya sea jardín, estatua, monumento, etc.) donde por lo común, desembocan al mismo nivel varias calles o alamedas en las que confluyen las diferentes corrientes circulatorias, que evita el cruce de las trayectorias rectilíneas que siguen los distintos vehículos.
Téngase en cuenta que conducir es un acto social que frecuentemente desarrollamos en un espacio compartido, como es una vía pública, ya sea urbana o interurbana para la que se han establecido unas normas de comportamiento y su incumplimiento genera una deliberada e intencionada situación real de peligro (y, como tal, es sancionable), cuyas consecuencias pueden ser nefastas en algunos casos concretos para los que no es suficiente con conocer las normas, sino que hay que respetarlas escrupulosamente y practicar la conducción preventiva como medida de autodefensa, pues la prevención en la conducción, es la forma más útil e inteligente de protegernos y proteger a los demás conduciendo un vehículo por cualquier vía pública o privada de uso común.
La glorieta permite circular con mayor tranquilidad y seguridad, aunque no siempre es así, pues no todos los conductores tienen el mismo concepto de la interpretación de la normativa vigente al respecto y se la pasan por el arco del triunfo cuando les conviene y cruzan las glorietas en línea recta como si anduvieran por su casa, sin importarle gran cosa el resto de usuarios que tienen los mismos derechos y obligaciones que el que incumple con su deber, dando con ello
una palpable muestra de “su esmerada educación y elevado grado de civismo que les acompaña” y, si le recriminas su comportamiento, con un gesto del brazo o la mano, te envían un cordial saludo y te mandan al carajo (dicho de una forma suave), por lo que te dan ganas de darle recuerdos para su pariente más cercano, porque, esos desconsiderados por donde quiera que van incordian a todo el que se le pone por delante y molestan más que una mosca cojonera.
abandonarla, vigilar bien los que vienen por detrás por el carril contiguo porque, es frecuente que se crucen por delante y nos corten el paso en el momento de salir.
Para evitar esta contrariedad, antes de la salida es conveniente observar con agudeza el retrovisor izquierdo pero sin distraerse, para evitar el accidente que con tanta frecuencia ocurre en las glorietas tanto al entrar como al salir.

Un capítulo aparte merece la circulación por las glorietas de los vehículos de dos ruedas cuya escasez de estabilidad, como medida preventiva, requiere utilizar solo el carril de la derecha desde la entrada hasta la salida, entre otras cosas, porque el campo de visibilidad es más restringido que el de un vehículo de cuatro ruedas, debido al casco.

De todos es conocido que el parachoques de la moto es la cabeza del conductor, y también es conocida por todos su fragilidad, aunque se lleve puesto el casco obligatorio, por ello, hay que prever que si por cualquier circunstancia ocurre un accidente dentro de la glorieta conduciendo un vehículo de dos ruedas, bien sea una motocicleta o una bicicleta y su conductor u ocupantes caen al suelo (que, es lo más probable), tienen muchas posibilidades de ser atropellados por otro vehículo de mayor envergadura y causarle grandes daños o aplastarlo; pues al circulan por los carriles central o izquierdo, lo más seguro es que alguno se los lleve por delante o lo arrastre, con lo que ello supone,  eso si tiene suerte y no le causa la muerte; sin embargo, si circulan siempre por el carril de la derecha y son golpeados por otro vehículo que circule por alguno de los carriles interiores o por detrás, en la mayoría de los casos van a parar fuera de su carril por la derecha, prácticamente, fuera de la banda circulatoria, con lo cual no quedan tan expuestos al atropello como si le
sucediera en otro carril del interior; pero esto, no parecen  entenderlo ni querer aceptarlo la mayoría de los conductores de este tipo de vehículos que son  los que con más frecuencia toman las glorietas en línea recta o por los carriles interiores sin tener en cuenta las consecuencias que conlleva ese comportamiento tan peligroso.

Incorporación y salida de las glorietas:
La entrada a las glorietas ha de hacerse ni más ni menos como si de un cruce normal se tratara. Para ir recto o a la derecha, carril derecho y para ir a la izquierda, podemos utilizar el de dentro pero situándose en el de la derecha -el exterior-, antes de la salida y señalizarlo claramente.
En las glorietas solo se señaliza el cambio de carril y la salida, la entrada no.
En la medida de lo posible, deberemos incorporarnos por el carril de la derecha y rodear la rotonda por ese carril hasta la salida, por el que deberemos abandonarla siempre. No obstante, si la vía por la que nos incorporamos dispone de más de un carril y la glorieta a la que accedemos también, podríamos incorporarnos o salir, desde el mismo carril que venimos utilizando para entrar directamente al carril de la glorieta que corresponda al de la vía por la que circulamos. Por lo tanto, si venimos por el segundo carril, nos incorporamos a la glorieta por el
segundo carril, y, así sucesivamente si la rotonda tiene tres, cuatro o más carriles como ocurre con algunas plazas importantes de en algunas grandes ciudades y están como es lógico señalizadas con las
carriles de entrada, de circulación giratoria y de salida, circularemos solo por el de la derecha en ambos casos), saliendo siempre por el carril de la derecha al cual nos deberemos incorporar como muy tarde, en el espacio comprendido entre la salida anterior y la nuestra, señalizando nuestra intención previa y claramente. Lo que no podemos hacer es cambiar de carril innecesariamente, sólo lo haremos para abandonar la vía, -la glorieta- y extremando al máximo las precauciones.
Si bien las glorietas alivian el problema de las intersecciones por su trazo y estructura, sin ninguna duda, el mejor sistema de intersección sería un enlace cuyo encuentro de vías sea a distinto nivel para solucionar definitivamente la congestión del tráfico y evitar encuentros, pero resultaría excesivamente  caro, para el país y, en muchos casos difícil de construir. Eso, o algo parecido debieron pensar o entender los norteamericanos hace más de 30 años cuando decidieron eliminar la casi totalidad de las glorietas en USA.


Espero dar respuesta con este tema a la solicitud de un zarceño que me demandaba una explicación sobre la circulación por las glorietas; y, si no lo considera suficiente (él o cualquiera otro), le agradecería que lo consultara públicamente , para que le pueda servir de referencia a los demás.

lunes, 24 de mayo de 2010

primera entrada


Es pa primera vez que hacemos un escrito en el bloc.

HOHHA